La manera en que nos hablamos a nosotros mismos es muy importante.
Hoy te quiero invitar a que pienses un momento en cómo es tu diálogo interno. Si te hablas de manera respetuosa y afectiva, o por el contrario, si vives en un continuo reclamo hacia ti mismo.
El lenguaje que usamos en nuestra manera de pensar refleja nuestras creencias y actitudes, nuestra manera de posicionarnos en el mundo. Debido a su gran importancia, es necesario parar un momento y revisar si nuestros propios pensamientos son congruentes o no con la forma en que queremos vivir.
Muchas personas se tratan a sí mismas de una manera muy pobre. Utilizan insultos, constantes autoreproches, o bien, mantienen un nivel de exigencia que no esperarían de nadie más. Para justificar dichos maltratos, se suele utilizar la excusa de la honestidad. Pero, como todos sabemos, hay una gran diferencia entre ser honesto y directamente grosero. Si no toleramos ese trato por parte de los demás, ¿por qué habríamos de tratarnos así a nosotros mismos?
El psicólogo Guy Winch dice al respecto:
Siempre es importante explorar los errores que puedas haber cometido, ser responsable de tus errores, asumir la responsabilidad, entender qué fue lo que salió mal, averiguar qué es lo que necesitas evitar o hacer de manera diferente la próxima vez y ser honesto contigo mismo de esa manera es importante y valioso. Sin embargo, llamarse a sí mismo con nombres (irrespetuosos) en el proceso de autoexamen, menospreciarse, tratarse de manera despectiva y punitiva, no agrega ningún valor en absoluto. Peor aún, perjudica significativamente tu capacidad para aprender las lecciones necesarias que se podrían extraer de tales experiencias.
El primer paso para mejorar nuestro diálogo interno es ser conscientes de cómo nos hablamos.
Se vale tratarse bien.