Con el fin de año a la vuelta de la esquina, me gustaría utilizar esta publicación para reflexionar un poco sobre el tiempo.
Alexandra Franzen es una autora que en su blog escribe sobre creatividad, sueños, metas y cómo enfrentar ciertas adversidades. Mi artículo favorito de su página web se titula “Today is not over yet” (Hoy no ha terminado todavía). Por medio de su escrito, ella nos invita, a través de su historia, a reflexionar sobre el tiempo y nuestra actitud ante su paso.
¿Para qué esperar hasta diciembre 31 para enumerar y tomar en serio nuestras metas?
Desde hoy podemos empezar muchas cosas que ya rondan en nuestra mente y que tenemos claro que queremos hacer. Lógicamente, no me refiero a cumplir obligatoriamente grandes metas y sueños en lo que queda del año. Sino a empezar. A postergar las cosas un poco menos.
Por hoy, basta con realizar algún acto pequeño que nos de la satisfacción de haber invertido bien nuestro tiempo.
Aquí te comparto la traducción que he hecho del artículo de Alexandra. Espero que te guste.
Hoy no ha terminado todavía.
Era un sábado opaco y lluvioso. De los que no apetece hacer nada.
Dormí hasta mediodía — y pude haber dormido más, si no fuera porque mi novio me despertó.
Después de conducir bajo la lluvia por un largo y tedioso camino, me encontraba totalmente agotada. Miré al reloj. Eran casi las 3 pm.
“Prácticamente, ya se terminó el día”, pensé.
Mi cama se veía tan apetecible. Una siesta… un maratón de Netflix… tal vez pizza a domicilio para cenar. Sí. Porqué no.
“Tampoco es como que vaya a lograr algo hoy,” me dije a mi misma, mientras me preparaba para tumbarme en la cama. “Da igual si no hago nada.”
Pero de repente, de manera enfática — como si uno de mis lóbulos cerebrales espontáneamente canalizara al espíritu del gurú Tony Robbins — cinco palabras resonaron en mi mente:
Hoy no ha terminado todavía.
Miré de reojo a mi cama. Y volví a escuchar lo mismo.
Hoy no ha terminado todavía.
“OK,” pensé. “Nuevo plan.”
Esto fue lo que ocurrió después:
Me forcé a ir a mi clase de yoga. Llegué temprano (por primera vez). Tuve una bella conversación con mi maestro. Sonreí. Reí aun más. Terminé la clase. Decidí llamar al centro comunitario local. ¿Me podrían apuntar para un masaje? Milagrosamente: sí. Obtuve el mejor masaje de mi vida. Después, un baño mientras anochecía. Regresé a casa. Descubrí un nuevo programa de radio. Cociné la cena. Escribí cartas para mis amigos. Escribí un post para mi blog. Tuve una idea genial para una clase que algún día me gustaría impartir. La escribí para que no se me escapara.
Lo que empezó como el día más gris, perezoso e irrelevante de mi semana, se convirtió en el más enriquecedor y memorable del mes.
Cambió por completo, con una decisión que tomó un segundo, todo por el simple enunciado: Hoy no ha terminado todavía.
Así que, ¿te quedaste dormido y no saliste a correr en la mañana?
Hoy no ha terminado.
¿Tomaste de almuerzo una Coca-Cola, dos cigarros y cuatro donas?
Hoy no ha terminado.
¿Has consumido tu tiempo en Facebook, pasado horas sin sentido vagando en tu bandeja de entrada y jugando en tu smartphone en vez de escribir tu novela?
Hoy no ha terminado.
Si tu corazón late, tus pulmones respiran, si todavía estás vivo… entonces no es demasiado tarde para hacer algo generoso, creativo, afectuoso, satisfactorio, y valiente. Hoy.
No es demasiado tarde para comportarte como la persona que quieres ser en lugar de continuar en un patrón de comportamiento del que te arrepentirás.
Tal vez te sientas cansado. Tal vez sea difícil. Podría parecer mejor simplemente no hacer nada.
Pero…
Hoy no ha terminado todavía.
-A. Franzen.