Expresar nuestras emociones, incluidas las negativas, es indispensable para nuestro bienestar.
Cuando tratamos de ignorar emociones negativas como la tristeza o el enojo, auto censuramos nuestras quejas y la cambiamos por un “sí se puede”, nos arriesgamos a caer en la trampa del pensamiento positivo.
De esta trampa nos habla la escritora Barbara Ehrenreich en su libro “Sonríe o muere”. Ehrenreich escribió este gran libro como respuesta al mundo rosa pastel con el que se encontró después de que se le diagnosticara cáncer de mama.
Lógicamente, ella se encontraba mal. La incertidumbre le invadía y al buscar comunidades para hablar de lo que sentía, se encontró con un mundo rosa pastel en el que le llegaron a decir que su enfermedad era un regalo. Pero, ¿por qué habríamos de tomarnos a la ligera una enfermedad tan seria?
Actitud positiva… en equilibrio.
Tomarse las cosas con serenidad tiene muchos beneficios, eso es innegable. La actitud y entereza con la que enfrentamos situaciones difíciles tiene mucho que ver con cómo logramos salir de éstas. Pero, como todo en la vida, nuestro optimismo también tiene que estar equilibrado con acción, ya que no todo depende de nuestra actitud.
Así es la vida: Hay personas muy trabajadoras que de repente se encuentran sin empleo. Algunos llevan un estilo de vida saludable y enferman. Hay personas muy enamoradas que no son correspondidas. También hay gente que estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada. Y como menciona Ehrenreichen en su libro, roza en lo cruel decirle a las personas que tienen que sobrellevar grandes dificultades que todo está en su cabeza. Y que lo único que tienen que hacer para salir del bache, es tener una actitud positiva.
El psicólogo Nacho Coller también tiene algo que agregar respecto a la filosofía de “voy a conseguirlo”:
A ver, ni somos perfectos, ni somos supermanes, ni existe la felicidad completa, ni tenemos un poder sobrehumano. Y sí, no por sentirte mal o pasar un mal rato o una mala etapa significa que seas tonto.
Evitemos caer en la trampa.
No quisiera repetir lo que otros han dicho tan elocuentemente ya. Pero si quisiera añadir que sentirnos tristes, enojados, frustrados o sensibles (a veces, todas las anteriores…al mismo tiempo) es humano. Son emociones que, aunque no tan populares como la felicidad, siguen siendo válidas. Y aún más allá, necesarias.
Hay muchas situaciones en las que lo apropiado es sentirnos mal. Así que no nos exijamos ser siempre felices ni optimistas. No hay necesidad ni motivos para siempre estar perfectamente.
Claro, lo anterior no quiere decir que nos regocijemos en la tristeza. Sino que hagamos lo posible por esquivar la trampa del optimismo obligatorio y nos demos permiso de vivir nuestras emociones. Porque la alternativa es mucho menos saludable: guardarnos nuestros propios sentimientos incómodos. Lo que puede resultar en bloqueos emocionales, culpa y resentimiento.
Así como Barbara Ehrenreich luchó contra su enfermedad y la venció sin llevar una máscara de falso optimismo, sigamos enfrentándonos a los retos que la vida nos presenta sin escondernos.
Las emociones están para ser sentidas.
Aquí puedes ver Smile or Die, un video animado en el que Barbara Ehrenreich explora el lado oscuro del pensamiento positivo (subtitulado en inglés).